Todos para una o El principio de incertidumbre
RESEÑA: Todos para una o El principio de incertidumbre es una obra de narración oral escénica/cuentería. Es una adaptación libre del cuento “Todos para una”, “Mosca” o “Memorias de un Remero” original de Guy de Maupassant.
“Los lazos que te unen a tu verdadera familia no son de sangre, son de goce y de respeto mutuos. Es raro que los miembros de una misma familia se críen bajo el mismo techo” Manual del Mesías.
Es una historia sobre cinco amigos universitarios, integrantes de un mismo grupo de teatro, que viajan a Santa Marta, específicamente a Taganga, para aventurarse, pasear y experimentar. Van en busca de vivir y sobrevivirse un par de meses. Aprenden a navegar y descubren el amor y el respeto por el océano, pero se dan cuenta de que a bordo de una embarcación siempre es imprescindible la presencia de una mujer. En la búsqueda de la marinera ideal conocen a “La Mosca”, de quien todos se enamoran. Sin embargo, “Mosca” y “Un solo ojo” son, en la práctica, una pareja oficial, causando un grave desbalance en la relación entre los miembros de esta pequeña comunidad. Esto conlleva a eventos tanto previsibles como inesperados.
Conservando el punto de vista de Maupassant, la historia se cuenta desde la primera persona. La adaptación conserva intacta la estructura de la historia original, pero cambia el contexto espaciotemporal (Francia, París, el Sena) para situar la acción a comienzos de la década de los 90 (Colombia, Taganga, el Mar Caribe). Se convierte en una suerte de evocación situada entre la picardía, la nostalgia y la charla intimista.
Aunque reinventa las anécdotas, esta adaptación mantiene el tono de crescendo emocional con el que Monsieur Maupassant escribió el cuento. La clave emocional reside en la frescura y el desenfado de la juventud, desafiante frente a los convencionalismos. Los Mini-relatos conectan a los espectadores con los protagonistas de la historia, siempre en clave alegre, luego romántica y erótica, hasta finalizar con un inesperado giro dramático y emocional de pérdida y otro de resiliencia, también inesperado e incluso divertido. En escena, el narrador aparece sentado en el centro del escenario, provisto de su historia, su voz, su gesto y sus ademanes.
Este montaje sigue la propuesta tradicional de las obras de narración oral escénica al modo cubano (teorizado por Francisco Garzón Céspedes en su libro “El arte escénico de contar cuentos”, 1991) prescindiendo de escenografía, utilería o musicalización, dejando que las imágenes se formen en la mente del público.